Bestiario
un cuento del libro:
Casa tomada:
Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas
antiguas sucumben a la mas ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos
de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa
casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana,
levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las ultimas habitaciones
por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no
quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando
en la casa profunda y silenciosa y como nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces
llegábamos a creer que era ella la que no nos dejo casarnos. Irene rechazo dos pretendientes
sin mayor motivo, a mi se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos.
Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y
silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por
nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos
primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los
ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese
demasiado tarde.
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bibliografia
http://www.katarsis-net.com.ar/downloads/cortazar-bestiario.pdf
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